Wednesday, May 15, 2019

Cómo Hacer Para Oaxaquear El Paladar

Mientras escribo esta entrada, está lloviendo a cántaros. Justo llegué a casa cuando empezó a llover. Estaba en el zócalo disfrutando del ambiente y comiendo “caldo de ojo” mientras Marie, Kailey, y Devin compraba ropa de tejido oaxaqueño. Ya había comprado lo que yo quería: un libro de Elena Poniatowska sobre el movimiento estudiantil y el crimen de Estado llamado “La Noche de Tlateloclo” y una antología de Octavio Paz. Mientras caminábamos tambien hablabamos sobre nuestro viaje. La verdad es que hasta ahora hha sido un poco surreal.

Cuando entré esta noche, Guicha, la ama de llaves me saludó diciendo que había llegado justo a tiempo pero que Josh (mi compañero de class) se había ido. Señora Lupita, nuestra madre anfitriona no estaba en ese momento. Ella es una persona muy alegre con una personalidad muy fuerte y te dice las cosas como son. Me rio con ella la verdad. Guicha, en cambio, tiene una tranquila presencia maternel que invita confianza. Además, ¡cocina tan bien! Esta mañana ella nos hizo chile relleno que llevaba aceituna, arándano, y pollo adentro y fue remojado en huevo y luego sofrito en la sartén; acompañado por el arroz, fríjoles, limonada, y por su puesto, tortilla. Sin las tortillas ¿qué harían los mexicanos? ¿Qué se haría en verdad? La tortilla provee ese toque especial y la verdad es que sin ella no existirían varios platos oaxaqueños como las tlayudas y las memelas. Hoy por fin provée una tlayuda y me gustó mucho. De hecho, fue una tlayuda con mole -algo especial que seguro fue inventado por el chef del restaurante, La Popular, donde fuimos en grupo para comer. Allí tomamos agua de tamarindo y agua de Jamaica ¡Pura refrescura! Y terminamos con el mejor flan que he comido en mi vida.



La verdad es que puedo escribir un sinfín de entradas sobre la gastronomía oaxaqueña. Ayer fue uno de los “highlights” del trip cuando aprendinos como hacer tortillas y tamales de flor de calabaza. Fue toda una experiencia. Pronto voy a subir fotos del taller. Las mermeladas fueron especialmente ricas, y me recordaban de las mermeladas que había comido el día anterior en casa acompañadas de varias salsas caseras. A veces pienso que la salsa es posiblemente el componente más importante de un plato. ¡Ay de mi! ¡Tantos platos para deleitar el paladar y tan poco tiempo!



Hoy fuimos al museo las culturas oaxaqueñas y luego a la iglesia de Santo Domingo (que es una de las Iglesias más hermosas jamás construidas en el mundo) y me di cuenta que el arte siempre ha sido una cosa esencial del pueblo oaxaqueño. Pero eso será el tema para uno de mis siguientes blog. Mañana si no está lloviendo (y si las hormigas no me hayan comido vivo; hay unas entrando a mi cuarto por la lluvia) vamos a ir al jardín botánico.



Chau.

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