Me acuerdo de la
primera vez que prové el mole. Yo era un niño en el colegio y solía ir a la
iglesia con mi mamá los domingos para asistir a la misa en español. En aquel
entonces, la única misa celebrada en español en Wilmington, NC fue la que se
celebraba en la iglesia católica de Santa María que hoy es basílica. Allí iba
casi toda la población hispana de Wilmington y después de cada misa, todo el
mundo se reunía en el salon parroquial para almorzar y pasar tiempo juntos. La
mayoría de los hispanos eran de México (mi mamá es de Colombia) y entre ellos
la mayoría eran de Oaxaca así que era inevitable comer comida mexicana y aún
mas si fuera un plato oaxaqueño. Y así fue como pude probar el famoso mole y a
lo largo de mi adolescenica tuve la suerte de disfrutarlo muchas veces. Y así
me enamore de este plato oaxaqueña aunque la verdad es que sigo siendo
ignorante de su preparación y variedades de estilos. No te podré decir qué tipo
de mole era. Solo me acuerdo que tenía un tinte anaranjado. Y que cuando pedí
el mismo plato en uno de los mejores restaurantes mexicanos de Madrid, no tenía
absolutamente nada que ver con lo que había comido antes. Entonces, tendrá
Wilmington el mejor mole fuera de Oaxaca? La verdad es no sé. Tendré que
probarlo en la mera Oaxaca. Mientras tanto, quiero aprender mas sobre las
diferentes variedades.
De repente me
acuerdo de unos tamales oaxaqueños que comí este pasado diciembre. Fui con mi
mama a una posada (durante los nueve días antes de la Navidad, en la comunidad hispana se celebra Las Posadas, una recreación del viaje de
María y José cuando buscaron posada en Belén antes del nacimiento de Jesús) en
la casa de una amiga. A pesar de la lluvia, fue muy bonito. Instalaron una
carpa grandísima detrás de la casa y adentro armaron un altar con decoraciones
navideñas en honor a la familia sagrada; también funcionaba como pesebre. Al
pie del altar habían ofrendas que dejaron algunos fieles. Era muy hermososo.
Después de recrear la búsqueda por medio de canciones de tipo "call and
response", todo el mundo se sentó a comer y me encontré con unos amigos
oaxaqueños. No sabía entonces que mis amigos eran los sobrinos de la anfitriona
de la posada. Además, todos presentes, o por lo menos los padres, eran del
mismo pueblito en Oaxaca. Era un nombre muy raro y ahorita no me acuerdo del nombre,
pero terminaba en "-ín". Pero lo más importe que supe esa noche es que se puede rellenar tamales con mole y envolverlos en hoja de plátano. Eran deliciosos.
Sin embargo, cada
persona que he conocido de Oaxaca ha sido muy buena gente conmigo. De hecho, la
comunidad oaxaqueña han sido muy importante en la historia reciente de
Wilmington. Desde la gastronomía, por supuesto, al boom de construcción que hubo en esta ciudad (volvió?), hasta el enriquecimiento cultural y ecclesiástico, los oaxaqueños han
sido una fuerza poderosa para el bien de todos. Y si eso fuera poco, los
oaxaqueños son los maestros de la artesanía. Me acuerdo una vez haberme cruzado
con un oaxaqueño aquí en la universidad que vendía artesanías, sobre todo,
alfombras y tápices de su pueblo. Vino para exponer su trabajo y quizá dar una
charla. Me impresionó mucho su hablidad. Unos años después, me enteré de la
alfarería oaxaqueña y el sagrado sitio arqueólogico, Monte Albán. Encima de
eso, descubrí la voz encantadora de Lila Downs quien es para muchos, una
embajadora del mundo indígena de oaxaca. Mas bien, es cantautora que mezcla los
sonidos indígenas con géneros mas contemporáneos, y a veces canta en mixteco y
zapoteco. Su canción « Comalito » es hechizante y te transporta a "la tierra de los siete moles".
Pero sería mejor
conocerla personalmente. ¡Cuantas ganas tengo de viajar !
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